Ocho motivos para escaparte a Esquel en otoño
Poco conocida por los chilenos —en comparación con destinos turísticos cercanos como Bariloche y El Bolsón—, la ciudad de Esquel es el epicentro de una extensa área de gran riqueza natural y cultural conformada por dos comarcas andinas de la provincia de Chubut. Por su cercanía con la región de Los Lagos, es un destino ideal para una escapada de tres o más días en los meses de otoño. estos son algunos de los hitos que nadie debe perderse si se planifica un viaje a tierras chubutenses.
1. Parque Nacional Los Alerces.
A la búsqueda del ser vivo más longevo de Argentina
Situado en el límite con Chile, el Parque Nacional Los Alerces es considerado uno de los más hermosos de Argentina. Fue creado en 1937 para proteger sus bosques de alerces cuya edad estimada de su especie más longeva —conocido como “El abuelo”— es de 2.620 años. Es un bosque andino patagónico, lo que lo hace tener muchas similitudes a los bosques del sur de Chile, sin embargo, presenta algunas características únicas: 1. Hacia el este, el bosque es menos frondosos y crecen el maitén, el ciprés, el radal, el arrayán y otras especies que en otoño se cubren de colores, a diferencia del siempre verde de los bosques chilenos. 2. El parque ofrece al visitante una gran diversidad de servicios, programas, atractivos y actividades. Existen más de veinte senderos peatonales y excursiones lacustres en catamarán, kayak o flotadas. Los más avezados pueden realizar travesías al glaciar Torrecillas —un ventisquero colgante en retroceso muy similar al existente en el parque Queulat— o hasta extraños túneles de hielo situados a 2 mil metros de altura. 3. Para los amantes de la arqueología, el parque tiene sitios con presencia de arte rupestre realizados hace 3 mil años por sus antiguos pobladores: los tehuelches.
2. La Trochita.
El museo rodante del Viejo Expreso Patagónico
En los 90 muchos servicios ferroviarios en Argentina dejaron de funcionar, pero el viejo tren de trocha corta, conocido coloquialmente como La Trochita, mantuvo sus servicios gracias a que tanto los gobiernos provinciales de Río Negro como de Chubut se unieron para mantener la línea en funcionamiento, esta vez con carácter turístico.
Denominado oficialmente como el Viejo Expreso Patagónico, hoy La Trochita ofrece dos opciones de salidas para quienes desean vivir la experiencia de viajar en este museo rodante que opera desde 1945. Desde Esquel parten servicios hacia las estaciones El Maitén y Nahuel Pan. En esta última, el tren recorre lentamente 18 kilómetros hacia el norte, hasta el territorio de la comunidad mapuche tehuelche de Nahuel Pan, donde se realiza una detención de aproximadamente 45 minutos, en los que el tren hace las maniobras para el regreso y los turistas pueden visitar el Museo de Culturas Originarias, las Ferias de Artesanos y la Feria Tokom topayiñ, que abren con la llegada del convoy. Para los fanáticos de los trenes, La Trochita realiza viajes especiales que cubren su antiguo recorrido, ya sean los 402 kilómetros entre Esquel e Ingeniero Jacobacci o los 160 que median entre Esquel y El Maitén.
3. Trevelin.
Descubriendo las tradiciones galesas
El idioma galés es la segunda lengua más usada en la provincia del Chubut después del español. Se calcula que más de 5 mil personas lo hablan como lengua materna mientras que otras 10 mil lo tienen como segunda lengua. En la pequeña localidad cordillerana de Trevelin —“pueblo del molino” en galés—, las señaléticas están escritas en español, galés y mapudungún. Es un reconocimiento a su legado que se inició en 1865 cuando 150 galeses arribaron a la península Valdés.
Hoy la población de origen galés —estimada en más de 72 mil personas— se ha integrado en forma completa al resto de la comunidad, pero muchos descendientes mantienen viva la cultura, que se comparte con los turistas cada año con la celebración del festival de música, poesía y gastronomía denominado Eisteddfod. Muchas ciudades de Chubut, entre ellas Esquel y Trevelin, fueron fundadas por colonos galeses. Museos, edificios históricos, artesanías y la gastronomía galesa son un atractivo para el visitante. Uno de los circuitos más recomendados es el molino Nant Fach, un lugar emblemático ya que guarda el casi desconocido pasado harinero de la comarca andina de Chubut y, en su calidad de museo, la historia de los inmigrantes galeses.
4. Cerro La Hoya.
El anfiteatro primaveral de la nieve
Inaugurado en 1974, el Cerro La Hoya se ubica a solo 12 kilómetros de Esquel. Su diversidad de atractivos, servicios y cercanía con la ciudad la han convertido en una de las favoritas del sur argentino, tanto de esquiadores de gran experiencia como de quienes se inician en este deporte.
Como su nombre lo indica, La Hoya tiene la forma de un hoyo o de un gran anfiteatro natural. Está ubicada a espaldas de la trayectoria del Sol, lo que hace que sus cerros tengan sombra durante gran parte del día y que la nieve se derrita menos, ampliando la temporada hasta octubre, época en la que incluso se puede practicar esquí alpino, snowboard y caminata con raquetas. Esta última actividad permite a los visitantes entrar en contacto no solo con la nieve sino con su entorno natural, de manera divertida y en familia.
En La Hoya también es posible combinar el esquí con el andinismo a través de esquí de travesía, y el complejo cuenta con servicios gastronómicos, hostería, guardería infantil y clases de esquí y snowboard, además de un snowpark que ofrece panorámicas de Esquel y la cordillera de los Andes, telón de fondo perfecto para tomar fotografías.
5. El Museo Leleque.
El rescate de la Cultura Tehuelche
Ubicado a 90 km al norte de Esquel —en la mítica Ruta 90 y a los pies de la cordillera de los Andes— está ubicado el museo de Leleque, dedicado íntegramente a rescatar el valor histórico del pueblo tehuelche gracias al aporte financiero del empresario italiano Carlo Benetton —propietario de la hacienda donde está emplazado— y del coleccionista Pablo Korschenewski. El nombre Leleque designa un arbusto de la región y proviene de la lengua tehuelche. Se suma el hecho de que en ese sitio tuvieron lugar los últimos enfrentamientos entre tehuelches y militares argentinos en 1888.
El museo se organiza en cuatro salas y en una de ellas se cuenta la forma en que los mapuches araucanizan a los tehuelches, proceso que se desarrolló durante los siglos XVII y XVIII en sucesivas migraciones, la más importante como consecuencia de la llamada Pacificación de la Araucanía, que produjo la emigración de aproximadamente 10 mil mapuches a territorio argentino. También hay espacios donde se cuenta el desarrollo económico de Chubut y el contacto entre los tehuelches y los colonos. En un edificio anexo, se recreó una pulpería que reproduce una tienda de principios del siglo XX y donde se venden artesanías y bebestibles.
6. Valle de Piedra Parada.
Excursión al Cañadón de las Buitreras
A 127 km al este de la ciudad de Esquel se encuentra el valle de Piedra Parada que se extiende por casi 100 km a lo largo del río Chubut. Pocos lugares ofrecen una experiencia que combina paisajes tan increíbles con un componente geológico, cultural y arqueológico tan interesante como este colorido valle asentado en un vestigio de una antigua caldera volcánica que se supone hizo erupción hace 50 millones de años.
Es un lugar único y sorprendente. Muy poco visitado por turistas, pero ampliamente reconocido por viajeros aventureros y escaladores de todo el mundo que trepan por sus cañadones y por la afamada Piedra Parada, una roca volcánica de 100 metros de base y casi 250 metros de altura que se alza solitaria a orilla del río Chubut. En 2012 la zona fue la locación seleccionada del reconocido evento de escaladores internacional Petzl Roc Trip. Para quienes no buscan adrenalina, el lugar es ideal para hacer caminatas, avistamiento de flora, fauna y arte rupestre, hacer fotografías o simplemente contemplar el paisaje. Muy cerca está el pueblito de Gualjaina que crece a lo largo del río Lepá y ofrece alojamiento y las comodidades mínimas para abastecerse y disfrutar del lugar.
7. El Hoyo – Lago Puelo.
El laberinto más grande Sudamérica
La localidad de El Hoyo está ubicada a 140 km al norte de Esquel, casi en el límite con la provincia de Río Negro. Se accede por la Ruta 40 y luego se toma un desvío hacia el este. Además de ser un paraíso cordillerano dotado por la naturaleza, cerquita del pueblo existe un laberinto de cercos de aproximadamente 8 mil metros cuadrados, con 2 mil metros de sendero y un circuito con nueve puertas. Quienes ingresan tardan entre 15 minutos y una hora para salir de él. Es una actividad muy divertida y se ofrece como “el laberinto natural más grande de Sudamérica”. A 10 kilómetros al este de El Hoyo está la localidad de Lago Puelo y su lago homónimo, la que junto a Epuyén, El Maitén y otras bellas localidades ubicadas al sur de la provincia de Río Negro y al norte de Chubut, conforman la Comarca Andina del Paralelo 42, las que en su conjunto reciben anualmente a más de 20 mil turistas, quienes en su mayoría acuden en verano, pero es en otoño donde los paisajes exhiben sus postales más admirable: los cerros se visten de intensos colores rojos, ocres, amarillos y verdes. Un espectáculo.
8. Gastronomía patagónica.
Una aventura de tradiciones
Como es una región multicultural la gastronomía de Esquel y de la provincia de Chubut es muy variada. Los platos típicos están elaborados a base de trucha, salmón, ciervo y platos traídos por inmigrantes europeos como el chucrut, el fondue de queso y el spazle gulash, una carne estofada combinada con ñoquis. Los galeses aportan con sus tortas negras, abundantes en chocolate, que se comen acompañadas por scones en el clásico té de las cuatro de la tarde. El asado de cordero patagónico es un clásico que se cocina a fuego lento, hasta que la carne esté casi crocante, la que se come sin sacarle el cuero. Las frutas finas se prueban en dulces, mermeladas y pasteles y en la elaboración de riquísimos chocolates artesanales. En algunos lugares se elabora nuestro curanto, con menos mariscos y más verduras, una mixtura introducida más por descendientes mapuche. Esquel destaca, además, por la emergente elaboración y calidad de sus cervezas artesanales, vinos aromáticos y whisky del tipo “single malt” que se producen en la destilería artesanal de La Alazana a los pies de la cordillera. Comidas y brebajes que se pueden degustar en restaurantes, eventos gastronómicos, en las mismas bodegas o fiestas temáticas.