Iglesias de Chiloé, bajo la Cruz del Sur
Chiloé es una isla mágica, colmada de mitologías, leyendas, personajes fantásticos y una arquitectura muy singular, representada por pintorescos palafitos y más de 150 iglesias, 16 de las cuales fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en diciembre del 2000. El sacerdote e historiador jesuita, Eduardo Tampe, se encuentra realizando una segunda edición de su libro, Iglesias bajo la Cruz del Sur, en el cual narra la historia de cada una de ellas. Aquí presentamos el texto que describe su afamada forma de construcción, conocida la Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa.
Construidas entre el siglo XVIII y los albores del siglo XIX, las iglesias de Chiloé son un increíble ejemplo de producción mestiza: representan, en efecto, la fusión de la cultura religiosa europea con las habilidades y las tradiciones de las poblaciones nativas. Más allá de las 16 elegidas por la Unesco, iglesias y capillas enriquecen el panorama del archipiélago, convirtiéndolo en algo absolutamente único. Algunas están presente a lo largo de los caminos, otra se alzan en medio de los campos; unas incluso en el centro o en los márgenes de los centros habitados. Pero las más sugestivas se alzan —increíbles y majestuosas— a pico o a orillas del mar, entre rocas azotadas por el viento, aguas amenazantes y senderos de tierra. Cómo hicieron, hace siglos los jesuitas para llegar a estos inhospitalarios extremos de tierra, sigue siendo un misterio sorprendente.
Casi todas construidas con el mismo estilo, algunas son extraordinarias ya por fuera; otras se caracterizan porque están insertadas en espléndidos contextos paisajísticos, mientras que todos los interiores son absolutamente insólitos si se comparan con los de nuestras iglesias occidentales.
Plenamente acordes con el paisaje en estructura y color, las casi sesenta iglesias que corresponden a la denominada “Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa”, embellecen cada isla y se constituyen en un verdadero tesoro para sus habitantes, no sólo por su riqueza arquitectónica y valor religioso, sino que también porque en su construcción participaron los antepasados de quienes hoy habitan esas islas.
La Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa
Los elementos básicos o comunes que distinguen a este modelo son: la explanada, el volumen horizontal, la torre fachada, la bóveda y el sistema constructivo.
Los templos consisten en un gran volumen de proporciones horizontales, techado a dos aguas. En el extremo que enfrenta a la explanada se ensambla con un cuerpo vertical, la torre – fachada, que es el elemento característico de estas construcciones, y que terminó de configurarse hacia mediados del siglo XIX. Esta torre – fachada se compone de un pórtico de ingreso, el frontón y la torre propiamente tal. La diversidad de expresión entre los diferentes templos está dada básicamente por las variaciones de la torre y el pórtico, las que atañen a la dimensión, composición y ornamentación.
El pórtico es propio de las iglesias correspondientes al siglo XIX, pero escaso en las erigidas durante el siglo XX. Generalmente se resuelve en un sistema de columnas y arcos o dinteles, que admiten grandes variaciones en número, forma y ritmo.
La torre es el elemento vertical que jerarquiza el volumen, y se constituye en el rasgo esencial de la construcción, no sólo por su importancia simbólica —es el soporte de la cruz y de las campanas— sino también por constituir un referente esencial en el paisaje; sirven, por ejemplo, como elemento de orientación para los navegantes.
Las torres tienen generalmente dos o tres cuerpos o tambores, si bien las hay también de uno; suelen ofrecer menor resistencia al viento con su forma hexa u octogonal, cuyo tamaño va disminuyendo hacia el chapitel sobre el cual se pone la cruz. Hay torres que enfatizan la verticalidad, acercándose al estilo gótico -Dalcahue o Vilupulli- y otras de menor altura y esbeltez. Excepto en Tenaún, la torre es siempre la única, y se erige en el centro, sobre el vértice de las dos aguas.
El volumen horizontal de la iglesia varía en tamaño. Los templos tendieron a ampliarse privilegiando la profundidad por sobre el ancho. En el interior, el espacio es en planta basilical y tres naves, de las cuales sólo la central llega a la pared del fondo; las dos laterales terminan antes en un tabique que da lugar a la sacristía y a una suerte de bodega.
La nave principal, en la mayoría de los casos, está recubierta por un cielo o bóveda de cañón corrido, en tanto las secundarias son de menor altura y cielos planos. Una excepción la constituye Achao, cuya bóveda central no es de cañón corrido sino de casquetes distribuidos en cinco canales longitudinales, y Rilán, donde este elemento se resuelve en una crucería. Las bóvedas de cañón corrido asemejan en su estructura una embarcación invertida, presentando también cuadernas y vértebras.
En el exterior, la ornamentación se expresa en el diseño de las tejuelas, las puertas, las ventanas del frontón y en la forma, número y ritmo de la arquería.
En cuanto a la estructura, el volumen horizontal es generalmente de madera de ciprés, a base de pies derechos y solares, arriostrado por diagonales. El volumen se entabla a 45 grados, y se cubre de tejuelas, generalmente de madera de alerce.
Texto de Eduardo Tampe, SJ
Estas son las 16 iglesias de Chiloé declaradas Patrimonio de la Humanidad
1. San Antonio de Colo / 2. Nuestra señora del Patrocinio de Tenaún / 3. San Juan Bautista de San Juan / 4- Nuestra Señora de los Dolores de Dalcahue / 5. San Francisco de Castro / 6. Santa María de Loreto de Achao / 7. Nuestra señora de la Gracia de Quinchao / 8. Santa María de Rilán / 9. San Antonio de Padua de Vilipulli / 10. Nuestra Señora de la Gracia de Nercón / 11. Nuestra Señora del Rosario de Chonchi / 12. de Vilipulli / 10. Nuestra Señora de la Gracia de Nercón / 11. Nuestra Señora del Rosario de Chonchi / 12. Virgen de la Candelaria de Ichuac / 13. Inmaculada Concepción de Aldachildo / 14. Nuestra Señora del Rosario de Chelín / 15. Santiago Apóstol de Detif / 16. Jesús de Nazareno de Caguach