La tragedia de «Flach, la máquina infernal», el primer submarino chileno
En 1865 Chile le declara la guerra a España en apoyo al Perú. Sin capacidad bélica para enfrentarse al poderío naval español, un alemán radicado en Chile construye lo que sería el primer submarino chileno y el quinto en el mundo. La hazaña terminaría en tragedia.
Ilustraciones: Programa «Recreando La Historia» de Canal 13.
Medio siglo después de perder las colonias sudamericanas, las heridas que habían dejado las guerras independentistas aún estaban abiertas en España, que recién en 1879 reconocería la independencia del Perú, al mismo tiempo que reclamaba deudas coloniales al resto de los países sudamericanos.
Con los ánimos encendidos bastó un insignificante incidente laboral-policial entre españoles y peruanos en Lima para que se desencadenara en septiembre de 1865 un conflicto bélico internacional conocido en Sudamérica como la Guerra Hispanoamericana, y en España como la Guerra del Pacífico.
A pesar de que el conflicto se inició en Perú, Chile pagó caro su delirio americanista al declararle la guerra España, ya que la poderosa flota real bombardeó Valparaíso, que en ese entonces era una ciudad con creciente actividad comercial, y en donde se había instalado a vivir la élite económica e intelectual del país.
La guerra aumentó el interés ciudadano por crear y construir armas y artefactos que contrarrestaran el poder bélico español. Inventos que eran ofrecidos al gobierno chileno a cambio de compensaciones y privilegios. Uno de estos entusiastas visionarios fue el ingeniero alemán avecindado en Chile Karl Flach, quien le ofreció al gobierno de José Joaquín Pérez fabricar un submarino, en una época en que ningún país de Sudamérica poseía una de estas naves y sólo se contabilizaban 5 en el mundo.
El ingeniero alemán radicado en Chile Karl Flach construyó en tiempo récord un submarino de guerra diseñado para atacar por sorpresa a la poderosa armada española que meses antes había bombardeado Valparaíso.
Tras la aprobación del gobierno, el ingeniero comenzó con la construcción de su sumergible en los años en que Chile prácticamente no tenía marina y su único buque de guerra era la corbeta Esmeralda, construida en Inglaterra en 1856. El espíritu visionario de Flach chocaba con la realidad y la prensa de la época no le daba crédito al experimento. «Hay curiosidad y cierta burla en las personas que ven en este aparato como una pérdida de tiempo y dinero», escribió en aquellos días El Mercurio de Valparaíso.
A pesar de la incredulidad y a la premura por el temor de un nuevo ataque español las primeras pruebas de inmersión realizadas el 21 de abril de 1866 —apenas tres meses después del inicio del proyecto— fueron todo un éxito. La denominada «máquina infernal», que se estima pesaba más de 100 toneladas, se sumergió y regresó a la superficie con Flach saliendo de la escotilla saludando a los cientos de curiosos que se apostaron en la bahía de Valparaíso para presenciar las pruebas. “Hubo gente que incluso lanzó al cielo sus sombreros como expresión de euforia”, contó Guillermo Stegen, bisnieto de Flach, al diario El Mercurio de Valparaíso el año 2006.
La máquina infernal
Armado completamente con planchas de fierro y un fondo de madera blindado, el también llamado «bote cigarro» medía 13 metros de largo y 2,8 metros de ancho. Tenía una capacidad aproximada para 11 tripulantes y poseía un cañón en su proa y otro en la torreta que debían ser cargados por la culata.
Quizás lo más increíble es que se movía gracias a la propulsión humana, con pedales que hacían girar sus dos hélices lo que le permitían alcanzar una velocidad de 2 a 3 nudos. Un completo sistema de arrastre de pesos de un lado a otro de la nave hacia que se hundiera. Era lento, pero eso poco importaba, lo realmente importante eran sus cañones de cinco libras diseñados para impactar la quilla del barco enemigo con la finalidad de provocarle una avería al casco que lo terminara por hundir.
Blindada en acero y con un peso de 100 toneladas, la llamada «Máquina Infernal» —que poseía una tecnología avanzada y desconocida para la época— realizó tres inmersiones antes de su prueba de fuego final.
Entusiasmado por el éxito de sus pruebas de inmersión, Flach eligió el día 3 de mayo de 1866 como la fecha para probar la fuerza de sus cañones. Preso de su éxito el visionario ingeniero llevó a su hijo de 16 años, e incluso se dice, que invitó al Presidente de la República José Joaquín Pérez a participar en la inmersión, pero el mandatario incrédulo no aceptó el ofrecimiento.
Aparte de su hijo, la tripulación estaba integrada por otros cinco alemanes, dos franceses y dos chilenos, quienes a las 09:00 AM empezaron con las pruebas, sumergiéndose y saliendo a flote dos veces. Sin embargo, alrededor de las 12:00 horas y ante una multitud que observaba expectante desde el fondeadero de los vapores del destruido puerto de Valparaíso, el submarino se sumergió por tercera vez y nunca más apareció.
El 3 de mayo de 1866, Karl Flach, su hijo adolescente y otros 9 tripulantes se sumergieron en la bahía de Valparaíso para probar la fuerza de los cañones del submarino, sin embargo la nave nunca afloró a la superficie.
La noticia despertó la curiosidad de los porteños que se apostaron en la bahía para saber qué pasaba y presenciar un eventual rescate por parte de la Armada de Chile, que ordenó a todas sus unidades realizar la búsqueda del submarino que no afloraba a la superficie.
Nadie sabía dónde estaba exactamente la nave ni sus tripulantes, hasta que dos días después de su inmersión, un buzo chileno logró dar con el armatoste que estaba ubicado a unos 50 metros de profundidad clavado de punta en el espeso sedimento del fondo marino de Valparaíso.
A la tarea se sumaron dos remolcadores y una fragata inglesa que lograron amarrar la nave pero varias veces se cortaron las cadenas y las labores se suspendieron. Por circunstancias que hasta hoy no son del todo claras, el submarino se fue a pique y le fue imposible reflotar.
“El alemán Flach ha muerto sirviendo a Chile, consagrándole su trabajo, su vida y la de su hijo. Toca a Chile reconocer esta deuda a nombre de la humanidad”, escribió a manera de homenaje póstumo finalmente El Mercurio de Valparaíso.
Aunque el submarino fue localizado a 42 metros de profundidad y 300 metros de distancia de la costa de Valparaíso hasta la fecha los intentos por reflotar la máquina y los 11 cuerpos que descansan en ella han sido infructuosos.
Rescate infructuoso
Uno de los mayores conocedores de la hazaña de Karl Flach es el ingeniero, instructor de buceo y apasionado de la historia, Daniel Malfanti, cuyas investigaciones —que lo han llevado a participar en proyectos de rescate— le hacen suponer que las causas del hundimiento se debió a un error de diseño: «Como el submarino no podía pasar los 10 metros de profundidad el sobrepeso instalado para volver a la superficie lo hace incrustarse en el fondo marino«, manifestó Malfanti al programa «Recreando La Historia» de Canal 13 en 2019.
Quien también tiene una teoría similar es Salvador Villanueva, inventor, buzo e ingeniero en pesca. “Flach no tenía experiencia submarina y fue muy imprudente en una navegación relativamente compleja. El equilibrio de los pesos es muy frágil. Creo que se produjo un desorden a bordo. La gente que se fue a proa e inclinó el submarino. Luego se fueron hasta el fondo sin poder salir de allí”, indicó el experto al diario La Voz del Norte en 2018.
Aunque el submarino fue localizado, no pudo ser reflotado, debido a las limitaciones técnicas de la época. En los años 2006 y 2007, el documentalista Juan Enrique Benítez, emprendió una búsqueda junto a Daniel Malfanti quienes manifestaron a la prensa que lograron localizar los restos de la nave que estaría ubicada a 42 metros de profundidad y a una distancia de 300 metros de la bahía de Valparaíso, sin embargo hasta la fecha aún no se ha producido un rescate definitivo.
Pero no todos están convencidos de esta ubicación. Archivaldo Peralta, Historiador de Valparaíso, piensa que el submarino está debajo de la ciudad y no en el fondo del mar. «Sucede que desde 1866 Valparaíso le ha ganado terreno al mar y donde antes estaba la bahía hoy existen construcciones. Lo buscan en la bahía, pero yo pienso que está bajo la ciudad», manifestó a Deutsche Welle (DW) en octubre de 2012.
Fuentes: Centro Interdisciplinario de Estudios Oceánicos de Chile, Deutsche Welle (DW), Canal 13, La Voz del Norte, WikiCharliE, La Tercera. Ilustraciones: Programa «Recreando La Historia» de Canal 13.