OFICIOS QUE PERDURAN EN LA RUTA DE LOS PARQUES DE LA PATAGONIA
En sus 2.800 kilómetros de extensión, la Ruta de los Parques de la Patagonia recorre más de 60 comunidades, cada una con su historia, su cultura y sus oficios que se resisten a desaparecer. Desde Puerto Montt a Cabo de Hornos, pasando por 17 parques nacionales, sus habitantes mantienen vivas las tradiciones y se convierten en visita obligada para quienes quieran vivir una experiencia personal y cercana, con la finalidad de llevarse más que sólo una foto de recuerdo.
Proteger el patrimonio natural, rescatar y poner en valor expresiones culturales son objetivos que persigue el trabajo del Comité Ruta de los Parques de la Patagonia, una alianza entre el mundo público y privado, con representantes de la Fundación Rewilding Chile (ex Tompkins Conservation), Sernatur de las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes, Programa Territorial Integrado Ruta de los Parques de Corfo Los Lagos, y Programa Estratégico Regional Turismo y Naturaleza de Corfo Aysén, que se reúne semanalmente para coordinar acciones en diversas áreas como capacitaciones y difusión, todo enmarcado dentro de una visión más amplia de desarrollo y vinculación de los parques nacionales con sus comunidades aledañas, donde el turismo y la conservación van de la mano, y el patrimonio cultural forma parte central de los elementos a proteger.
«Queremos visibilizar la importancia de las comunidades aledañas a los parques nacionales. Sus habitantes son los anfitriones y defensores de estos territorios», dice Carolina Morgado, directora ejecutiva de Rewilding Chile, y agrega que la Ruta de los Parques «fortalece el vínculo entre las comunidades y los parques, potenciando el orgullo local, la protección de las áreas de conservación y fomentando una cultura ambiental que protege la naturaleza”.
“Trabajamos y nos dedicamos a generar oportunidades de desarrollo en territorios aislados o con dificultades que precarizan el bienestar de los habitantes» , explica el rol del Museo de Sitio de Chaitén, su directora Katherine Barría.
En nuestro viaje a la provincia de Palena, conversamos con Rubén San Martín, quien vive cerca de la Reserva Nacional Lago Palena. Rubén trabaja el cuero muy presente en la zona dada su cercanía con la frontera argentina. Aquí fabrica aperos para caballos como riendas, estribos bozales, o incluso tamangos, que se usan como calzado o zapato tradicional en la Patagonia. “Mi familia se dedicaba a la crianza de caballos pero pocos hacían trabajo en cuero. La idea es rescatar la cultura gaucha, que no desaparezca porque aunque se relaciona mucho con Argentina, también hay gauchos de este lado de la cordillera”, dice.
Rubén reconoce que es cada vez menos la gente que se dedica al campo, “lo que hace que se vaya perdiendo el oficio y por eso quiero rescatarlo. Todavía tienen algo de salida los productos en cuero, y mientras existan huasos en la zona, voy a seguir haciéndolo”. (Contacto: +569 8163 3722).
Por su parte, Nilvia Andrade, que vive cerca de Futaleufú, hace trabajos en lana y hace cuatro años que aprendió a curtir el cuero. “Cuando chica veía a mi abuela que tejía a telar, tejía lanas y siempre me llamó la atención. Luego con los años empecé a capacitarme, aprendí a tejer, a esquilar las ovejas, hacer palillos y todo el trabajo en lana, y lo empecé a vender”, dice.
Nilvia confecciona frazadas, bajadas de cama, pieceras, hace telares decorativos y aperos para caballo, entre varios otros productos para cuando pasan turistas que quieren llevarse un recuerdo o un regalo de la zona. Además, y gracias a un programa de gobierno, Nilvia enseña y hace talleres de tejido en lana para la gente del sector. “Es lo más maravilloso, porque no solo estamos preservando la naturaleza, sino también las enseñanzas de nuestros abuelos. Es un orgullo ser una embajadora de nuestros antepasados”, dice. (Contacto +56 9 53580747).
Trabajos en madera, cuero, lana, piedra y productos locales de gastronomía, hay decenas de comunidades e instituciones organizadas a lo largo del territorio de la Ruta de los Parques que se esfuerzan por mantener viva la cultura local y ofrecer no solo productos artesanales, sino que experiencias turísticas llenas de relatos con historias centenarias, que nos hacen valorar sus oficios y sus costumbres aún más, y que llena de orgullo a los habitantes de la Patagonia chilena.