Pirenópolis: la ciudad perdida del Oeste Brasileño
Aventurándose en el corazón de la nación verdeamarela, en el estado de Goiás a una hora de Brasilia, nos sorprendemos con una joya arquitectónica aún no profanada por tours, selfies y desafíos virales.
Pirenópolis es una ciudad calma, catalogada desde 1989 como patrimonio arquitectónico, urbanístico, paisajístico e histórico por el Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional, posee un Centro Histórico con casonas e iglesias del siglo XVIII perfectamente conservadas. La gran cantidad de wolkswagen escarabajo que transitan por las sinuosas calles de adoquines son la mayor evidencia de modernidad. Vale la pena visitarla, perderse y por qué no volver a maravillarse dentro de un mundo donde está todo (o casi todo) visto.
Primera parada:
Iglesia Matriz de Nuestra Señora del Rosario
Construida entre 1728 y 1732 fue la primera y más grande construcción religiosa del Estado de Goiás. Este templo es la definición de resiliencia.
Erigida en gloria y majestad durante la explotación del oro por la corona portugesa, durante el siglo XIX comenzó el principio del fin cuando la economía se puso ingrata al igual que las minas con el dorado elemento.
El olvido duró 100 años hasta que en 1997 decidieron reconstruirla y fue entregada a los Goianos en el año 2000, pero “Dios escribe recto en renglones torcidos” y el 5 de septiembre del 2002, la estructura ardió en un descomunal incendio.
Pero esta fatalidad levantó el espíritu de la ciudad. Recibiendo una donación de 5, 5 millones de reales por la Sociedad de Amigos de Pirenópolis y se ha vuelto a levantar la parte estructural y arquitectónica del santuario manteniendo el arte religioso en barbecho, a la espera de una decoración a la altura. Así, la re – reconstrucción de la Iglesia le dio un nuevo aire a la localidad, los visitantes y el turismo. Sólo Dios sabe para quien trabaja.
Segunda parada:
Caminar y caminar por la Rua do Lazer
Para ser exactos la Rua do Lazer o “calle del ocio” es un corto pero concurrido paseo rodeado de bares, restaurantes y gelaterias. Sugiero calzarse lo más cómodo posible y practicar la ociosidad y la contemplación arquitectónica en todo lugar: casas, balcones, entradas y colores…cuadras y cuadras de placer visual.
Tercera parada:
Comer en Bacalhau da Bibba
No hay mejor forma de viajar en el tiempo que visitar una tienda de antigüedades y, si a la vez sirven la mejor comida portuguesa de la ciudad, aún mejor.
Henrique es anticuario de corazón, autodidacta y busquilla de tesoros, y junto a su esposa Bibba crearon este templo donde cada una de las piezas y elementos en exhibición están a la venta. La consigna es “Se puede comprar todo lo que se ve y comer el mejor bacalao de la región”. Sí, el bacalao es el ingrediente estrella de la carta: en bolinho de entrada y como plato fuerte risotto, moqueca y el predilecto de la dueña Bacalhau da Bibba.
(Es indispensable reservar con anterioridad en @restaurantebacalhaudabibba)