Sewell: El regreso de uno de los pueblos más singulares de Chile
Después de tres años cerrado al turismo por la pandemia, la ciudad minera de Sewell reabrió sus puertas a los visitantes. En la ceremonia de reapertura participaron autoridades y hombres y mujeres que nacieron y vivieron en este campamento minero que llegó a albergar a más de 15 mil habitantes en su época de mayor apogeo. Por Humberto Merino | Fotografías Marisa Polenta.
LA CEREMONIA DE REAPERTURA
Después de tres años cerrado al turismo, la ciudad minera de Sewell reabrió sus puertas a los visitantes. En la ceremonia de reapertura, además de autoridades e invitados especiales participaron hombres y mujeres que nacieron y vivieron en esta ciudad tan singular y representativa de la industria minera en Chile. «Volver a abrir este lugar despierta emociones», dijo la Subsecretaria, Verónica Pardo para quien «Sewell no solo es patrimonio, sino que también es ciencia, es economía, turismo, cultura, es un símbolo de nuestra historia ofrecida a los chilenos y al mundo para que la visiten», señaló.
En el evento de reapertura el encargado de marketing de Sernatur O’higgins, Darío Espinoza, entregó el Sello R a la Fundación Sewell, institución que administra y conserva este patrimonio mundial de la Unesco. La entrega de la acreditación fue muy especial porque Espinoza es nieto de minero que trabajó, vivió y fue dirigente sindical en Sewell.
En el evento de reapertura Sernatur entregó el Sello R a la Fundación Sewell, institución que desde 2007 administra y conserva este patrimonio mundial de la Unesco.
ABIERTA AL TURISMO
«Vamos a trabajar para que parte de los ingresos por el nuevo royalty a la minería se invierta en patrimonio y en cultura», les decía con entusiasmo la diputada Marta Gonzalez a los alcaldes presentes mientras recorrían a pie La Ciudad de las Escaleras, en compañía de los ejecutivos de Codelco que se dieron cita en un día muy especial también para ellos y para los funcionarios de la Fundación Sewell.
«Estas instalaciones tan bien conservadas no tienen sentido sin visitantes», señaló Germán Sandoval, Gerente Corporativo de Desarrollo Sustentable de Codelco, dejando en claro que la intención de la compañía cuprífera estatal es mantener las puertas abiertas de Sewell al turismo, a pesar de lo complejo que significa para una empresa minera recibir turistas estando en plena producción, obligándolos además a disponer de estrictas normas de seguridad y protocolos a sus visitantes, que en años anteriores a la pandemia se elevaron a 15 mil visitantes por año.
Para visitar Sewell se debe tomar contacto con la Fundación Sewell y/o los operadores turísticos que realizan tours guiados de 3 horas más el trayecto en bus también es una experiencia debido a que el recorrido que permite observar las diferentes instalaciones y campamentos productivos del Mineral El Teniente.
Para visitarla los interesados deben tomar contacto con la Fundación Sewell y/o los operadores turísticos que realizan tours guiados por las principales instalaciones que quedan en pie. El tour es de aproximadamente 3 horas, pero el trayecto en bus también es una experiencia única debido a la logística de seguridad y lo interesante de todo el recorrido que permite observar las diferentes instalaciones y campamentos productivos del Mineral El Teniente, cómo Alto Colón, donde se ubica el concentrador y Caletones, donde está la fundición. El trayecto por la Carretera del Cobre desde Rancagua, pasando por Machalí, también es un paseo muy atractivo.
UNA HISTORIA UNICA
Los orígenes de Sewell se remontan a los inicios del siglo XX, cuando el empresario norteamericano William Braden decide iniciar la explotación de la mina de cobre El Teniente. Braden construyó caminos, una planta concentradora, campamentos y un tren que unía la mina con Rancagua. En un principio los mineros instalaban sus chozas en un precario asentamiento que debido a su crecimiento se fue transformando en una ciudad que fue denominada Sewell en homenajes a Barton Sewell, un alto ejecutivo de la compañía norteamericana.
A fines de 1960 Sewell comenzó un paulatino despoblamiento y en las décadas siguientes un desmantelamiento y abandono que afectó a más del 60% del campamento. Hoy se conserva el núcleo central o Casco Histórico.
Su época de auge se extendió entre las décadas de 1940 y 1960, alcanzando a fines de este período a mantener una población de 15 mil habitantes. Convivían allí chilenos de distintas partes del país y también profesionales norteamericanos en ambiente segregado por clases sociales, nacionalidad y entre casados y solteros. Segregación que no enturbiaba las relaciones humanas que se desarrolló con baja delincuencia, debido a los beneficios sociales que implicaba trabajar en Sewell, donde la educación, la salud y la vivienda eran gratuitas y el tiempo libre se disfrutaba en actividades recreativas como el palitroque, donde los sewellinos destacaban a nivel nacional. El alcohol también estaba prohibido.
A fines de 1960 la ciudad se fue despoblando debido a que para la empresa ya no era rentable ni eficiente mantener a los trabajadores, familiares y visitas en Sewell. En 1971 producto de la nacionalización de la industria minera, la propiedad de la empresa pasa a manos del Estado y en los siguientes años la ciudad vive un paulatino despoblamiento y desmantelamiento que afectó a más del 60% del campamento.
Lo que está en pie y conservado o restaurado es parte importante del barrio cívico compuesto por el club social, la sala de palitroque, el cine, los edificios de obreros y empleados y el sorprendente museo de la Gran Minería del Cobre que recrea la vida de esta ciudad declara Patrimonio Mundial por la Unesco.
A primera vista no parece que llegase a vivir tanta gente en un espacio tan reducido, pero esa percepción se explica por la increíble fisonomía de la ciudad, practicante enclavada en una montaña a poco más de 2 mil metros de altura; por el reducido tamaño de las casas de los obreros, y principalmente, porque hoy solo queda en pie un tercio de sus casas y edificios originales. Por ejemplo, todo el sector donde se emplazaban las casas de los norteamericanos fue demolida y apenas quedan vestigios.
Hoy El Teniente es considerada la mina subterránea más grande del mundo. Sus aproximadamente 4.000 mil kilómetros de túneles equivalen a la distancia en línea recta entre Santiago y Bogotá. En todo el mineral trabajan alrededor de 3.800 funcionarios de dotación propia y otros 10 mil cómo contratistas que en 2021 alcanzaron una producción de 45 mil toneladas de métricas de cobre fino. La división El Teniente también produce molibdeno y plata, entre otros subproductos.
EL TOUR
Lo que está en pie y conservado o restaurado es parte importante del barrio cívico compuesto por el Club Social en cuyos salones se realizó el evento y donde se emplaza una piscina subterránea, que a pesar de que no está en funcionamiento es muy llamativa, al igual que las sala de palitroques y el cine; los edificios de obreros y empleados, los cuales se puede ver el interior de las casas equipadas con gran parte de su mobiliario original; y el sorprendente museo de la Gran Minería del Cobre que contó con la colaboración de exsewellinos, quienes donaron objetos personales para reconstruir la vida en este extraordinario campamento minero, reconstrucción que también se realiza a través de recreaciones teatrales por actores locales que de tanto aparecen por las calles, plazas y escaleras del pueblo.
“Sewell tiene valores que lo hacen único. Es un lugar que encierra una parte de la historia muy importante de Chile, que es la industrialización del cobre. Hoy la fundación sigue haciendo trabajos de recuperación de infraestructura y estrechando lazos con la comunidad y estamos muy felices de que nos vengan a visitar, dijo finalmente Simón Mackay, arquitecto y director ejecutivo de la Fundación Sewell.
Solicita una Visita a Sewell: https://www.fundacionsewell.org/reservar-tour