Parque Nacional Alerce Costero: al encuentro con el Gran Abuelo Alerce
Ubicado en el Parque Nacional Alerce Costero la presencia de un milenario y gigante alerce, conocido como el «gran abuelo», atrae a los turistas deseosos de conocer al ser más longevo de Sudamérica.
Antes de visitar el Parque Nacional Alerce Costero y conocer los tesoros naturales de la provincia del Ranco, una parada obligatoria es la pujante ciudad de La Unión, capital provincial, ampliamente reconocida por su industria láctea, antiguos molinos y fábrica de linos. La ciudad, además, aún conserva vestigios de la arquitectura aportada por los colonos alemanes avecindados en la zona desde fines del siglo XIX.
Por su cercanía al lago Ranco y al Río Bueno, y su condición agrícola y ganadera, La Unión está rodeada de hermosos y bucólicos parajes campestres. Es así como por un camino asfaltado de no más de 10 kilómetros es posible llegar al pequeño puerto fluvial de Trumao, ubicado en la ribera norte del río Bueno.
Trumao y la navegación por el río Bueno
Trumao—cuyo nombre es un derivado de la palabra mapuche Trumag, que alude suelos de piedras— es una pequeña localidad rural llena de historia y tradiciones campesinas y huilliches. En décadas pasadas este villorio fue de gran importancia para el comercio agrícola de la zona. Aquí los vapores surcaban las aguas del Río Bueno y a través de ellos, la mercancía llegaba a las localidades aledañas de la provincia de Osorno y de la comuna de La Unión.
El ferrocarril también tuvo una participación importante en el desarrollo de la zona al impulsar un dinámico comercio de ganado y granos. Hoy en Trumao no viven más de 400 personas, pero todos los veranos son miles los turistas, lugareños y comerciantes que llegan hasta lo alto de una colina donde se ubica su vistosa iglesia —construida en madera nativa en el siglo XVIII por una misión religiosa franciscana— con el objetivo de disfrutar de las actividades culturales y gastronómicas insertas en la Feria de Turismo y Cultura de Trumao. La actividad, organizada por el municipio de La Unión, está acompañada de venta de artesanías, juegos infantiles, música, sesiones de acupuntura, yoga para niños, cabalgatas y, por supuesto, navegación en lanchas que zarpan desde su viejo puerto.
En efecto, uno de los principales panoramas que ofrece Trumao a sus visitantes es la navegación por el Río Bueno, considerado el segundo río más caudaloso de Chile tras el Baker. La navegación se puede realizar en cualquier época del año, contrastando los paisajes en sus cuatro estaciones. Para tal efecto, existen diversos tours, desde un recorrido mínimo de 20 minutos, que incluye visitas a la que es considerada la viña comercial más austral de Chile y actividades de turismo rural, hasta un track de 5 horas de duración que finaliza en el océano Pacífico, en el sector conocido como La Barra, lugar donde desemboca el río Bueno. Carlos Iribarne y Víctor Hugo Fontealba son dos de los empresarios que ofrecen este servicio.
Ya a bordo de la embarcación Horacio Miranda Pastene, de propiedad de la familia Iribarne, en el primer tramo por el río Bueno nos encontramos con un sinnúmero de aves que embellecen el recorrido. Las garzas se roban las miradas de los turistas, quienes se esfuerzan por tomar la mejor fotografía. A poca distancia divisamos la viña Coteaux de Trumao, considerada la más austral de Chile y una de las más meridionales del mundo. Creada a fines de los años 90 por los hermanos Porte —ambos empresarios madereros de origen francés— esta pequeña viña ya comienza a llamar la atención de los enólogos y expertos. Su delicioso Cruchon Pinot Noir es un vino 100 % orgánico, realizado de forma totalmente artesanal. La originalidad y calidad de este viñedo, los premios que han ganado y su extrema ubicación, lo convierten en una parada obligada.
Turismo Rural en el Bueno
Ya decíamos que esta es una zona rural en el cual las actividades típicas del campo sureño comienzan a despertar el interés de turistas que buscan tranquilidad y conectarse con lo más auténtico. Un llamado a conocer la vida rural y la calidez de su gente es Yery Monasterio, una de las pocas emprendedoras de esta zona que ofrece actividades vinculadas al campo. Bajando de la embarcación, Yery recibe a los visitantes con una gran sonrisa mostrándoles el trabajo que realiza día a día. Los gansos son una de sus principales preocupaciones, ya que con sus plumas fabrica almohadas las que después vende en diversas ferias de la región. Además ofrece un menú campestre con cazuelas de gallina o pollo, pan amasado del día, diversas conservas y chicha de la zona.
Pero esto no es así durante todo el año, porque en invierno esta zona se inunda, por lo que sus habitantes tienen que llegar en bote hasta sus casas. Por este motivo, el humedal de Trumao en épocas lluviosas es un excelente lugar para la práctica de kayak o navegación. El cambio del paisaje entre invierno y verano es impactante y altamente recomendado.
Desembocando en La Barra
La navegación termina en la desembocadura del río Bueno en una zona muy ventosa conocida como La Barra. Sin caminos para acceder a este aislado lugar, las pocas construcciones que se nos aparecen son contadas con los dedos de una mano. Todas las casas, incluida una pequeña escuelita, han sido construidas de alerce, material que las ha hecho invulnerables a temporales y terremotos. Algunos de sus 40 habitantes han acondicionado alojamiento para los turistas que se quedan por más de un día. También hay una zona de camping y entre sus atractivos están caminar y disfrutar su solitaria playa, probar suerte con una pesca y escalar sus dunas de arena. El problema está en buscar una buena vía de regreso.
Al encuentro con el gran alerce abuelo
El Parque Nacional Alerce Costero, fue creado en noviembre de 2010 gracias al esfuerzo público-privado desarrollado por la Intendencia de la época, en conjunto con los Ministerios del Medioambiente y Bienes Nacionales, Conaf, los Municipios de Corral y La Unión y la agrupación ecologista The Nature Conservancy (TNC). Actualmente esta área protegida cuenta con una extensión de 24 694 hectáreas. En este parque, también se puede observar el impacto de la actividad humana, que en épocas pasadas quemaba los bosques para limpiar terrenos y extraer madera. El parque junto a la Reserva Costera Valdiviana —emplazamientos vecinos— son mudos testigos de la huella del hombre. Por ello, ambos trabajan intensamente en la restauración del bosque, iniciativa que también pueden apreciar los turistas.
La ruta hacia el longevo alerce abuelo comienza a 850 metros sobre el nivel del mar, recorriendo un sendero marcado por una densa vegetación nativa y bosque siempre verde de canelo, helechos, luma, coigüe, mañío, tineo, tepa, hongos, y el mítico alerce. Desde un comienzo es visible apreciar alerces de 300 años en un sendero que destaca por las múltiples raíces que salen a la superficie debido al suelo rocoso. La mezcla de raíces y hojas nos da un minuto de descanso para fotografiar esta hermosa postal rodeada de flora nativa.
Durante el recorrido, fuertes martilleos en los árboles que vienen desde las alturas acompañan el paso. Se trata del inconfundible carpintero negro, que vuela de árbol en árbol buscando los troncos con los mejores gusanos e insectos. Al final del trekking la máxima atracción aparece, el Gran Abuelo Alerce. Con un diámetro de 4 metros, este Lahuen, nombre mapuche del alerce, ha resistido grandes incendios y terremotos ocurridos en el pasado durante más de 3 500 años de vida.
En los últimos años este parque se ha vuelto más atractivo para las familias que visitan esta zona. Si amas la naturaleza y disfrutas observando los árboles nativos y la flora y fauna alrededor de los bosques, esta es una opción imperdible. Una buena invitación para disfrutar en cualquier época del año.
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