Riyadh, la ciudad ocre en medio del desierto
La aventura de perderse entre los barrios comerciales y las calles de la capital de Arabia Saudita. Nuestro periodista colaborador Sebastian Abeliuk, en su viaje al Medio Oriente se sumergió en la rica historia de un reino que se ha expandido por miles años, y está generando una atractiva combinación de cultura, arquitectura ancestral, gastronomía y una modernización acelerada. Durante décadas esta nación árabe musulmana que estuvo cerrada al mundo, va abriendo de apoco sus puertas, gracias a su gobierno actual que está apostando a través de multimillonarias inversiones, por el turismo internacional.
Ya había anochecido en Arabia Saudita cuando llegué a su capital, Riyadh, proveniente de un vuelo de París. Y es que en este país árabe oscurece temprano. Después de las 5 de la tarde no quedan prácticamente rayos del sol. El moderno aeropuerto King Khalid -puerto de entrada principal- está un tanto alejado del centro de la ciudad, por lo que hay que buscar alternativas para viajar y hacerse la idea de que el traslado al hotel puede ser de 45 minutos a una hora. Uber, taxis y poco más como opciones. Si bien esta nación se está modernizando a pasos agigantados y el turismo es una de las industrias que mayores avances va a experimentar, éste es aún incipiente y no es de extrañar que no sea fácil viajar aquí puesto que recién en 2019 Arabia Saudita abrió sus fronteras para poder ser visitado por extranjeros.
Antes de partir cambio los primeros dólares a moneda local. US$ 1 es equivalente a 3,75 Riyal. Tomo un taxi que me traslada al bullicioso y concurrido sector de Al Bathaa, ubicado hacia el sur de Riyadh. Amplias autopistas conectan la ciudad en múltiples direcciones, y aunque hacia el centro cívico se divisan grandes rascacielos, los demás barrios de la ciudad parecen antiguos. Casas y edificios, sin excepción, son de color ocre, muy similar a la arena del desierto. Del blanco al amarillo o café, y no hay más. Una ciudad en sepia.
Al Bathaa es en gran medida un barrio de inmigrantes pakistaníes, indios y de otros países vecinos. Existe una desbordante actividad comercial, tanto de día como de noche, con cientos de tiendas donde sus locatarios ofrecen productos eléctricos, ropa de segunda mano, calzado y comida. Es un sector también más sucio que el resto de Riyadh. Veo gran cantidad de hombres que usan el Thawb (un camisón blanco que les llega a los tobillos y les permite vestir de forma fresca), el Shemagh (el pañuelo tradicional rojo y blanco que representa una malla de pescar) y el Agal (un accesorio en forma de cordón negro usando en la cabeza). También hay algunas pocas mujeres en las calles y ellas utilizan un atuendo negro llamado Abaya.
Es domingo cuando salgo por primera vez a recorrer Riyadh, con la clara intención de dejar los pies en la calle. Y a diferencia de Chile, acá este día es laboral para el país islámico. Por ello no es de extrañar tanto movimiento y tráfico. Desplazarme no es tarea sencilla, pues existe pocos pasos peatonales, escasas veredas y muchas calles en las que es difícil atravesar. La capital saudí no está diseñada realmente para el peatón, pero es una aventura descubrirlo. Estoy caminando sobre un reino en mitad de kilómetros y kilómetros de arena, pero donde en un futuro no muy lejano sus autoridades monárquicas invertirán 800 mil millones de dólares en turismo y modernización llamado proyecto Visión 2030.
AL MASMAK, UNA FORTALEZA HISTÓRICA
Mi primer gran destino por visitar es Al Masmak, una fortaleza construida en adobe en 1865 durante el segundo Estado saudí bajo el reinado del Imam Abdullah Bin Faisal. La construcción histórica es hoy uno de los bastiones más importantes de Arabia Saudita por cuanto fue testigo de hechos heroicos que relatan como el rey Abdul-Aziz bin Abdurrahman Al-Saud se tomó la fortificación durante la madrugada del 15 de enero de 1902, en lo que fue el inicio de la unificación de este país y el comienzo del tercer Estado saudí. Hoy la entrada aquí es gratuita para el público y al ingresar puedo ver una estructura antigua pero fuerte, con anchos muros de adobe que servían para mantener ventilado y fresco este lugar, especialmente durante el verano donde el calor es extremo. Al Masmak también llama la atención por sus ventanas rectangulares, lo que arquitectónicamente ayuda a aguantar la estructura.
Me permito conocer un poco de la historia de Arabia Saudita y sus tres Estados dentro de la fortaleza. El primero nace en 1727 y fue liderado por Mohammad Bin Saud, un gobernante que llevó adelante a la nación desde Diriyah y quien se propuso expandir el reino hacia otros Estados. Este 1er Estado duró 91 años, y su fin se debió a los constantes ataques del Imperio Otomano, mucho más fuerte en materia de ejército. Diriyah quedó por entonces en la ruina. El Segundo Estado duró 70 años y se llevó a cabo en Riyadh. Su gobernante tuvo que arrancar a Kuwait, donde permaneció junto a su hijo Abdul-Aziz, padre del actual rey. Abdul-Aziz, a sus 24 años, quiso recapturar Riyadh y para ese propósito se ocultó con algunos de sus guerreros por cincuenta días. En 1902 atacó Al Masmak, matando a Bin Rashid, quien ocupaba la fortaleza en ese momento. Fueron 30 largos años los que demoró el nuevo líder en unir a la gente del reino, hasta que en 1932 se anuncia finalmente el inicio del tercer Estado de Arabia Saudita.
RECORRIENDO RIYADH JUNTO A OTROS MEDIOS
Algunos días más adelante me uno a un grupo de prensa guiado por Alí, un árabe bonachón quien viste impecablemente con un atuendo tradicional. Con él nos movemos en bus durante un par de días, por lo que puedo descubrir algunos nuevos parajes en esta ciudad que me ha acogido como un solo traveler por una semana. Con Alí visitamos el sector de Souq Al Zal, un interesante mercado a un costado de Masmak donde se comercializan artesanías, joyas y elegantes vestimentas.
Desde allí viajamos en una “máquina del tiempo” en dirección a uno de los íconos de la arquitectura de Riyadh, el Kingdom Centre. Este rascacielos es el más moderno de Riyadh y posee un centro comercial y un sky bridge ubicado en el piso 99. Son poco más de 300 metros de altura, donde obtuve algunas de las vistas más lindas de la capital de noche. Múltiples arterias viales y edificios iluminados se ven desde lo alto.
Más tarde Ali nos lleva a un restaurante tradicional saudí, que destaca porque los comensales nos debemos sentar en el piso sobre alfombras enormes. Abundan los dátiles (uno de los íconos de la gastronomía de este país) y el café, que nos habla de la hospitalidad de los árabes y que para servirlo hay toda una etiqueta. A la primera taza servida se le llama Al Daif y el invitado está obligado a aceptarlo. Nuestra cena esa noche es en base a arroz, carne de cordero, carne de camello y distintas verduras.
DIRIYAH, LA HISTÓRICA CIUDAD DE TIERRA
Previo a la realización de la Global Summit de la World Tourism and Travel Council (WTTC) organizada en este país musulmán -y en la cual estoy invitado-, somos invitados a pasar una velada hacia el noroeste de Riyadh, en el histórico barrio de Diriyah. En su corazón se ubica el distrito de Al-Turaif, un antiguo sector construido en barro, arcilla y paja, y que hasta el día de hoy se muestra como un imperdible para quienes viajan hasta acá.
Hago ingreso junto a un grupo de prensa internacional por Diriyah Gate (Puerta de Diriyah), donde está el antiguo Palacio de Salwa, en lo que fue alguna vez el hogar de la familia real Saud. Nos reciben con el tradicional Arda, y nos explican que es una danza folclórica de espadas que antiguamente se realizaba por los hombres de las tribus antes de ir a la guerra.
Diriyah posee laberínticas callejuelas que se nos permiten visitar. Ellas culebrean entre paredes de adobe, revelando destellos de la arquitectura Najdi que rememora aquellos lujosos palacios del pasado. Al-Turaif es actualmente uno de los 6 Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO que están en Arabia Saudita y el nacimiento de la Casa de Saud, donde los reyes tenían su centro de poder durante el primer Estado.
Junto a Al Turaif, el gobierno monárquico pretende construir un distrito de restaurantes de lujo y entretención para los visitantes más adinerados. También hay allí actualmente un centro de visitantes, un museo y la gran mezquita Imam Mohammed Bin Saud en la zona de Diriyah Gate. A la hora de la cena, unos fuegos artificiales nos dan la bienvenida como prensa a la esperada cumbre turística, la más exitosa hasta ahora registrada con más de 3 mil visitantes e importantes exponentes de todo el mundo.