Un viaje por Colchagua que te invita a volver (o quedarte para siempre)

Detrás de la tradicional ruta del vino de Colchagua, hay sabores, historias y una cultura en torno al vino no siempre conocida. Este es un recorrido de dos días por la cara menos popular del lugar donde, dicen, la gente siempre regresa.

 

El Valle de Colchagua se anotó hace unas semanas un logro histórico: en septiembre de 2019 será sede de la IV Conferencia Mundial de Enoturismo. Durante casi una semana, el mundo del vino tendrá los ojos puestos en este tradicional valle de la zona central, en el cual sus vinos, su gastronomía y su oferta enoturística serán sus grandes embajadores.

Invitados por el proyecto Corfo, “Nodo de Maridaje de Colchagua”, hicimos un recorrido de dos días por su lado menos explotado, que nos permitió comprobar que Colchagua es mucho más que una tierra de vinos.

Panificadora Santa Cruz, generaciones de sabor local

Nuestra ruta se inicia en la Plaza de Armas de Santa Cruz, y los primeros pasos nos llevan a la Panificadora Santa Cruz, construida a principios del siglo pasado y administrada por la tercera generación familiar. Pasteles, panes, churrascos, chocolates, pizzas y helados artesanales elaborados en base a vinos que se fabrican con la misma receta que le dieron fama en los años sesenta. El helado de bocado, de hecho, sigue siendo elaborado con exactamente la misma receta con la que el abuelo comenzó este negocio. Es un punto de referencia y de encuentro para los locales. Cuenta además con otras dos sucursales, en las comunas de Chépica y Peralillo. «La gente que viene a Santa Cruz dice ‘oye, juntémonos en la panificadora’. Es un foco de encuentro en la zona. Es por los años que tiene esto. Además, siempre hemos mantenido la artesanalidad en los procesos y nos abastecemos de proveedores locales, entonces se generan buenos lazos», dice Javier Dutzan, gerente de producción del lugar y quien trabaja junto a su mamá, su papá y dos hermanos.
*Av. Rafael Casanova 169, Santa Cruz.

 

Viña La Posada, cocinas del mundo y relajo garantizado

El recorrido continúa hasta la pequeña viña La Posada, la única que se encuentra en la ciudad de Santa Cruz. En su interior está el boulevard de la viña, donde se puede disfrutar de hasta cinco restoranes: uno de comida española —La Posada del Asturiano—, donde recomendamos probar el ‘Cachopo’, una escalopa de lomo liso apanada, rellena con jamón serrano, queso Camembert y pimentón de Piquillo; dos restaurantes de comida peruana y otro de platos típicos chilenos. En verano la oferta se amplía con carros de foodtrucks. El boulevard cuenta con una tienda de artesanías y el atelier de la artista Denise Brito, que hace cursos de pintura y cerámica de gres. Sus dueños están próximos a abrir el bar de vinos y carnes, el Entrevero. La viña —una de las pioneras en recibir turistas— produce alrededor de 500 mil litros, principalmente de cepas tintas. Los viñedos de La Posada se pueden recorrer a pie.
*Av. Rafael Casanova 570, Santa Cruz.

 

Pastelería Ommi, la cocina de mamá

 

En pleno centro de Santa Cruz, otro de los lugares irresistibles para los amantes de la repostería es la pastelería Ommi. Tiene seis años y es todo hecho a mano, para conservar ese sabor casero, “como si lo hubiera hecho la mamá”, como dicen los hermanos César y Carolina Isbej, que son dueños y que atienden el local. De hecho, Ommi significa ‘mamita’ en árabe, y su slogan, ‘pedacitos de cielo en tu boca’, es un homenaje a la madre de los hermanos que murió hace algunos años, por lo que buscan mantener esas recetas hogareñas. Se venden solo dulces chilenos. ¿La especialidad? La torta de milhojas.
*Claudio Cancino 21, Santa Cruz.

 

Paper’s Brothers Beer, locos de la cerveza

Cuando cae la noche en Santa Cruz un panorama altamente recomendable es visitar el Paper’s Brothers Beer, un bar especializado en cervezas exclusivas, tanto en barril como en botella. Tiene seis años y los dueños ya tienen el proyecto listo para instalar su segundo local, en Santiago. A parte de las casi 70 variedades de cervezas, también ofrece destilados y tragos cerveceros, como el que hacen con cerveza negra, whiskey y Bayleis. Es el bar más popular de la zona. Tanto así que una vez les hicieron una nota en un diario y días después llegó el embajador belga en busca de una de las cervezas que no había podido encontrar ni siquiera en Santiago. “Vino por una hora, se tomó su cerveza y se fue de vuelta a Santiago”, dice Claudio Valenzuela, uno de los dueños. Tienen también hamburguesas y entre sus rarezas apareció una cerveza americana que se llamaba Rasputín, “era una imperial stout de 12 grados; nunca la había visto y nunca más nos llegó”, cierra Valenzuela.
*Calle Díaz Besoaín 350, Santa Cruz.

 

Vinonauta, vinos y conversación

Otra opción es visitar Vinonauta, un “must” de Colchagua, como lo define su dueño, Iván Gacitúa, somelier de segundo grado y profesor de historia que atiende el lugar de lunes a lunes. Es la primera tienda de vinos de autor de Santa Cruz y se puede encontrar lo mejor de los vinos de pequeños productores. Hay vinos naturales, orgánicos, biodinámicos y también patrimoniales. A pesar de ser un espacio chico, hay cientos de vinos para probar y descubrir. Normalmente se da una conversación en torno al vino que puede durar mucho rato. “El cliente promedio sale después de una hora de haber entrado. Me gusta conversar con los clientes sobre los vinos que se están llevando”, dice Gacitúa.
*21 de mayo 0287, Santa Cruz.

 

Etiqueta Negra, cocina moderna y vida nocturna

La última parada de la noche santacruceña es en el restorán Etiqueta Negra, uno de los más conocidos de la zona. Tiene ocho años y ofrece una cocina internacional mediterránea con toques criollos. Hay presentaciones de música en vivo y una terraza que el dueño pretende abrir para explotar el turno de la noche. El lugar partió con cuatro mesas y hoy cuenta con capacidad para 60 cubiertos y 120 en caso de eventos. Los platos más recomendados son el filete al estilo los boldos y el congrio etiqueta negra, además de una buena carta de vinos. Para el futuro, Mikhail Grichka, su dueño, quiere abrir una cervecería propia en el patio.
*Camino a Los Boldos s/n, Santa Cruz.

 

Hotel Vendimia, lujo de antaño

Finalmente, terminamos la jornada en el Hotel Vendimia Parador, un hotel boutique de seis exclusivas habitaciones, con una capacidad total para 13 personas. Ambientado en una casa de más de 120 años, el pequeño hotel rescata el estilo y arte colonial, con muebles de época. En el patio hay 200 parras que luego embotellan bajo el nombre de “Viñedos Vendimia”. Las habitaciones están equipadas con el máximo de comodidades, y las mañanas son recibidas con un desayuno que los mismos dueños preparan en la mesa de comedor y se sientan para un agradable momento de conversación antes de comenzar el día. “Queremos darle al huésped una atención personalizada, el objetivo es deleitarlos y transformar su visita en una experiencia, que se trasladen en el tiempo”, dice Mauricio Retamal, dueño además del hotel Vendimia, ubicado en la calle Ismael Valdés, considerado el primer hotel boutique de la región y uno de los primeros cinco en adquirir la certificación boutique premium.
*Hotel Vendimia Parador: Camino a Los Boldos s/n, Santa Cruz.
Hotel Vendimia: Ismael Valdés 92, Santa Cruz.

 

La Comarca, no todo es vino

El segundo día comienza con una cata de aceites de oliva. Con el fin de diversificar la oferta turística y no centrar todo en el vino, es que la ingeniera agrónoma Bárbara Hermosilla abrió La Comarca, en 2015. La cata comienza con una exposición sobre el aceite de oliva y su historia­ (tiene más de 5 mil años), para luego catar, cual vino, los distintos aceites. Luego se hace una degustación con comida para ver el uso de las distintas variedades de aceitunas. “Soy una apasionada de esto, es mi hobby y me encanta poder trabajar alrededor del aceite de oliva”, nos comenta Bárbara Hermosilla.
*Callejón Donoso s/n, Palmilla, Santa Cruz.

 

Casa Colchagua, homenaje a los sabores chilenos

La hora del almuerzo nos lleva al premiado restorán Casa Colchagua, ambientado en una casa de 1928 y que conserva la estética original. Era, de hecho, la casa de inquilinos de la viña y mantiene sus paredes de adobe y las vigas de madera. La cocina rescata los sabores de Chile, con una selección de productos de la zona. Muy recomendado es el garrón de cordero al vino tinto con puré de arvejas y salsa de ciruela. En temporada alta, se habilitan paseos por la viña e incluso un recorrido en carruaje por la viña Laura Hartwing. Con solo tres años y medio, el restorán, administrado por la chef Giovanna Vanni y su pareja, el exfutbolista Bruno Pesce, ya ganó un importante premio a nivel regional. “Ganamos el premio al mejor restorán para comer comida típica chilena en la región de O´Higgins”, dice orgullosa Vanni, mientras muestra el galardón que les entregaron.
*Barriales-Boldos, Santa Cruz.

 

Viña La Quadra, vinos, un parque y una casona

Antes de partir de vuelta a Santiago, hacemos una parada en la viña La Quadra, con suu imponente casona La Calvina, construida a fines del 1800 y nombrada así porque perteneció a la familia Calvo. Tiene 1.400 metros construidos y está en medio de un parque de 10 hectáreas, dos de las cuales son viñedos. El diseño del parque estuvo en las manos de Georges Dubois, el mismo que diseñó el Parque Forestal. La casona sirvió 15 años como orfanato y en 2010 la compraron los actuales dueños, para restaurarla y ofrecer sus instalaciones como hotel. Hoy son dos las habitaciones habilitadas y se espera llegar a 10 dentro de los próximos años. El estilo se mantiene y recrea lo que hubiera sido en su época, solo que agregándole las comodidades actuales. Se hacen eventos, matrimonios y cuenta con un laberinto vegetal que todavía conserva de la época del orfanato. La viña les entrega 2500 botellas por año.
*Camino Nancagua – Chépica, km 2,5, Nancagua.

 

El viaje llegaba a su fin. Nos despedimos y nos repiten que en nuestra próxima visita no podemos dejar de ir a otras pequeñas viñas, como la Villalobos de Lolol o la viña Nahuel de Nancagua. Que tampoco se nos escape visitar el Shangri La Lodge ubicado en Puente Negro, comer una empanada o un arrollado de huaso en el Club Social de Santa Cruz, o almorzar en el popularísimo restorán Tyrol de San Fernando. O un sobre vuelo en globo para ver el amanecer en Colchagua y sus alrededores como Santa Cruz, Peralillo o Marchigüe. La empresa Flotar realiza vuelos libres a un precios de $155.000 por persona por una hora de vuelo. El valor incluye el vuelo, un picoteo y champaña.

Con estos panoramas no es extraño que el valle de Colchagua sea la próxima capital del vino. En este valle se come, se respira y se vive el vino en cada rincón y nostros nos vamos con la sensación de que es un destino ideal para relajarse, hacerse de nuevos amigos, degustar buenos vinos, saborear comida de primer nivel, todo en un entorno natural y tradiciones chilenas.

Según cifras de Sernatur, el turista promedio pasa dos días y medio en este valle. Lo que no dicen las estadísticas es que la mayoría de los viajeros quedan con una sensación de que se le hizo corta la estadía y regresan por otros dos, y luego por otros dos… algunos incluso regresan para siempre.

Acerca del Autor /

Periodista con experiencia en diversos medios de comunicación escritos, aficionado de los viajes, la fotografía, los deportes y la lectura.

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